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Bastard

Después de más de dos décadas de radicar en diferentes ciudades extranjeras como miembro del Servicio Exterior Mexicano, Jacob Prado regresa a la Ciudad de México e inquieto, con percepción aguda y cámara en mano, redescubre la enorme amalgama de contrastes que caracterizan su vigorosa sociedad.

Se ubica en el Centro Histórico, antiguo ometéotl o centro del mundo, ahora código postal en donde conviven cotidianamente no sólo múltiples clases sociales, sino donde existe una ineludible interdependencia de un heterogéneo ecosistema humano integrado por segmentos de la población mexicana con muy particulares características culturales que los diferencian entre sí.

 

En el mosaico polícromo de la sociedad capitalina, el fotógrafo capta imágenes de danzantes ataviados con plumajes que mantienen viva la cosmovisión prehispánica; de hombres y mujeres adultos de estampa tradicional, quizás identificados con valores occidentales conservadores; y de adolescentes que con una actitud libertaria buscan exteriorizar su identidad a través de tatuajes y perforaciones en sus cuerpos, a los que usan como alegoría de una personalidad que se resiste a ser alienada. Sus rápidos reflejos activan nuevamente el obturador y hacen suyos cuadros de jóvenes punks y ciber-góticos que, emulando las tendencias culturales e identitarias de una globalización inacabada, practican el interaccionismo simbólico como instrumento para lograr su consolidación como una subcultura urbana en el México del Siglo XXI. Así, al deambular por las calles de ese maravilloso crisol de nuestras múltiples herencias, con cada disparo de su cámara materializa y hace perpetuos momentos complejos, subjetivos y oníricos de las disímbolas tribus que convierte en su personaje principal. 

Esta muestra fotográfica, una selección de la colección “Ecosistema 06050”, pretende ser una radiografía del lugar que hoy el artista identifica como su hogar: una imagen abstracta y vital que va más allá de una explicación lógica, con mucho color y también blanco y negro. Es el retrato de un espacio en donde el tiempo parece haberse detenido desde hace siglos y, simultáneamente, sigue gritando sus historias con el orgullo joven y vibrante de cuando nuestros ancestros eligieron esta tierra para habitarla y trascender.

Sebastian Escultor

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